Racismos de pantalla

Racismos de pantalla

Fuente: El Tiempo

Somos una nación afro para hacernos los bellos, pero que se blanquea por farándula.

Colombia es afro, más del 10 por ciento de ciudadanos se reconocen como tal y por encima del 30 por ciento de colombianos hacen parte de su herencia. Lo afro nos pone bien en el mundo de las músicas, los deportes, las comidas, los saberes y las culturas. Sin embargo, no ha llegado a la televisión.

Cada vez que queremos mostrarnos con alegría y gozadera recurrimos a lo afro. Somos Pacífico, somos Caribe, somos Palenque, somos esa Colombia vital; pero cuando se trata de exposición en las pantallas de la TV desaparecen como sujetos y solo son imágenes sin voz ni sentido.

En noticias han llegado las mejores presentadoras del país, como son Ilia Calderón y Mábel Lara. Presencia, contundencia, credibilidad. Pero no hay mucho más. Pocos son periodistas-reporteros afro, y, es más, no son ni siquiera noticia.

En ficción, poco o nada, Karent Hinestroza fue brillante en la serie ‘La mamá del 10’. Demostró tal versatilidad y potencia en escena que se ganó la pantalla. Pero no hay mucho más que mostrar. Y si aparecen, siempre es en papeles secundarios, de chistositos o en el lugar de lo exótico.

En los chistes tampoco están. No aparecen. Solo son parte de la burla y el chistecito bobo de los cuentachistes mestizos. O sea, los afro sirven para burlarse, para dizque hacer humor.

En deportes es donde lo afro triunfa, pero los periodistas, narradores y comentaristas son blanqueados; los que opinan son blanquitos vergonzantes. En música triunfa el sabor de lo afro, pero los DJ y locutores de emisoras son blanquitos.

Y así son los protagonismos mediáticos de la comunidad afro en Colombia: poca representación en propia voz y estética, mucho racismo de mesticitos y zambos blanqueados. Somos una nación afro para hacernos los bellos, pero que se blanquea por farándula.

Y ahora, por fin, llegaron afros a la publicidad. JGB, el tarrito rojo, que lleva 90 años, puso a una mujer afro y a su hijo como protagonistas de un comercial.

Pero lo estereotípico está en que la mamá es de pelo bien afro y su hijo también, esos pelos hermosos, perfectos, y con rasgos a lo blanquito. O sea, entran a la pantalla, pero por la vía ‘reconocida’ y ‘blanqueada’ como ‘cool’ por los racistas blanqueados que se creen blancos y niegan sus colorcitos indios y afro.

Y fuera de Colombia hay polémica porque una joven cantante negra interpretará a la Sirenita en el nuevo proyecto de Disney. Las redes digitales arden en racismo. Las sirenas no pueden ser negras. Y es que en las redes es posible ser racista sin culpa.

Todo este cuento para decir que a la TV colombiana le faltan rostros, estéticas, formas afro en pantalla. Que si nuestra televisión quiere poner más diversidad y más colombias en pantalla, debería comenzar por poner mas rostros, estéticas y relatos afro. Y lo mismo con los indígenas y sus modos de narrar y enunciar. Ya va siendo hora de dejar el racismo de pantalla.

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