Page 36 - Libro Pacifico
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Saberes y Sabores del Pacífico Colombiano                                                                                                                                  Guapi y Quibdó
        El ayuno de Semana Santa


              Cierta vez Tigre convidó a sus amigos a una cacería. En la faena se cazó una ardilla
              que no alcanzaba para los que habían ido a la montaña a gastar tanto tiempo
              atisbando, hundiéndose en los pantaneros, subiendo y bajando lomas, y sintiendo
              en carne viva la picadura de tábanos y moscos. Tigre, dueño de la iniciativa,
              dividió el animalito en tres partes, y, con ellas en la mano, dijo con arrogancia:
              esta parte de la cabeza hasta el pecho, me toca a mí por haberla derribado con
              dificultades y sudores; los perniles también los cojo, porque me gustan mucho y
              soy el más fuerte entre ustedes; y esta tercera parte la entrego a aquel que pueda
              vencerme en lucha franca y sin guapuchas  traicioneras. ¿Estamos amigos? Ante
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              esta resolución, los cazadores se miraron entre sí, y comenzaron a murmurar:
              !Tan agalludo el desgraciado! No darse cuenta de que si lo acompañamos en
              esta aventura fue pensando en un agua chirle , aunque fuera…! Y salirnos con
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              esta el avariento…! El mono sabe a qué palo trepa, dijo guacuco . Si no fuera
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              por esta corre-tras-de ella  que mantengo, lo enchicharía , y en presencia de
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              ustedes lo embotellaba. La muenda  me la queda debiendo. Como hay más días
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              que longanizas…. Así le paga el diablo al que bien le sirve, emparejó rana. Pero
              no nos pongamos a llorar. Intentemos algo. Tal vez con una grilla … Por la fuerza
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              no, dijo la guagua. Más vale maña que fuerza… En guerra abierta nos aplancha ,
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              porque es más fornido que nosotros. Con maña y astucia… Sí, con maña y astucia,
              concluyó lombriz. Este hambriento tiene mucha polenta  en el cuerpo y mucha
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              maestría para cortarle el hipo  a su enemigo... Se inventaron muchas fórmulas,
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              y muchas se descartaron. Lo que pareció más acertado fue llamar a conejo para
              que interviniera con su astucia. Conejo, sabiendo que su tío era un beato  que no
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              salía de la iglesia, comenzó diciendo: “para cada cual su alma en su palma” (cada
              cual es hijo de sus propias acciones). Tigre, después de oír esta sentencia muchas
              veces, preguntó sobresaltado: ¿Qué dice sobrino? –Que para cada persona su
              alma está en su palma. Estamos en Semana Santa, tío, y no se puede comer carne.
              Así dice la Iglesia. Sus amigos están satisfechos por haber ayudado a cazar la
              ardilla de ver que solo usted va a quebrantar el ayuno. Si no le han dicho nada
              es porque como usted es tan garañón … –¿Es decir sobrino, que me dejan llevar
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              la presa para que me condene yo solo? ¡Ah! Malvados. Pues no será así. Mi alma
              antes que todo. ¡Jesús creo! Ahora mismo divido este animalito y obligo a todos
              a que lleven a sus casas lo que les pertenece…. De esta manera Tigre repartió la
              ardilla sin robar a sus compañeros.

              (Reconstruído a partir de Velásquez, Rogerio. Leyendas y cuentos de la raza negra. Revista
              Colombiana de Folclor. Volumen II, No.4 Bogotá, 1960).

        27 Llave de lucha.
        28 Caldo sin sustancia.
        29 Un pez de río.
        30 Diarrea.
        31 Enchichar: encolerizar.
        32 Azotaína.
        33 Pandilla.
        34 Domina.
        35 Fuerza.
        36 Parar en seco al enemigo.
        37 Devoto, rezandero.
        38 Regañón.
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