“No hay que tener miedo”: las lecciones de la primera chocoana graduada de una maestría en medicina de Harvard

“No hay que tener miedo”: las lecciones de la primera chocoana graduada de una maestría en medicina de Harvard

Fuente: Semana

“¿Vas a dejar a tu marido solo?” fue lo primero que le recriminaron a Gloria cuando partió hacia Estados Unidos a cursar su maestría. No escuchó los augurios de sus amigas, y sin embargo, cuando estaba terminando su primer semestre, se enteró de que su esposo estaba sosteniendo un romance con otra persona. Por la carga académica y la afectación emocional estuvo a punto de desistir. “Me divorcié en medio de mi carrera. Cuando tenía que entregar mi proyecto de investigación, enfrenté al mismo tiempo el papeleo del divorcio”.

Pero no fue lo más grave: un año antes llegó a Estados Unidos con siete meses de embarazo y sin saber inglés. Hoy es la primera afrolatina, chocoana y colombiana en recibir un diploma de la maestría en Ciencias Médicas en Salud Global de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard. ¿Cómo lo hizo?

Nunca estuvo en sus planes estudiar en una de las mejores universidades del mundo. Al principio, su sueño era ingresar a la Universidad Purdue, en West Lafayette, Indiana. Cuando se ganó una beca de Colciencias para realizar un posgrado en Estados Unidos, se enteró que no cumplía uno de los requisitos mínimos: saber inglés. La entidad le dio un año de plazo para hacer oficial el beneficio, por lo tanto decidió aprender esta segunda lengua en Indiana, en donde vive su hermana.

“Viajé con mi hija mayor, y además tenía siete meses de embarazo. Fue muy difícil, porque algunos lugares en donde enseñan inglés sin ningún costo no me recibían en mi estado. Incluso, cuando nació mi bebé, tampoco me dejaban ingresar porque no era permitido”, cuenta.

Gloria con sus dos hijos el día de la graduación de su maestría.

Solo podía estudiar en las madrugadas cuando el bebé dormía. Finalmente presentó por primera vez el TOEFL, una prueba que mide el dominio de inglés y falló. Lo intentó nuevamente, pero la directiva de la universidad le dijo que su puntaje seguía siendo muy bajo. Cada examen le costaba 200 dólares, casi 700.000 pesos colombianos, así que se rindió. Por no cumplir este requisito, Gloria perdió la beca de Colciencias. “Lloré mucho y me sentí muy decepcionada”, cuenta.

Un segundo intento

Cuando asistía a las clases de inglés en iglesias y centros comunitarios conoció a una mujer que, a pesar de tener un doctorado y una maestría, tampoco sabía inglés. Ella le insistió que aplicara a otra universidad, y lo hizo. “Busqué otra beca, pero esta vez en Colfuturo. Uno de los requisitos era aplicar a las 500 mejores universidades del mundo según el ranking de Shanghái, y la Universidad de Harvard aparecía como la número uno. Me inscribí a finales de 2016 y no le conté a nadie, porque sabía que no sería aceptada”.

Regresó a Quibdó con la sensación de haber fracasado. Pero, en año nuevo, en casa de sus padres, contra todo pronóstico, su vida cambió. Recibió un correo electrónico en el que le decían que había sido aceptada en Harvard. Gloria dice que jamás había gritado tanto de la felicidad. “Es indescriptible lo que sentí. Ese día supe que no debía lamentarme por los fracasos del pasado, y entendí que durante ese año que perdí en Estados Unidos, sin saberlo, me preparaba para algo mejor”.

“¿Vas a dejar a tu marido solo?”

Cuando Gloria era pequeña, su madre, Nayive Pino Benítez, se fue a Bogotá a realizar su posgrado en Biología con énfasis en Fitoquímica de la Universidad Javeriana. Por lo tanto, Gloria y sus hermanos tuvieron que quedarse solos con su padre durante tres años. Esa experiencia le enseñó a Gloria que su familia no podía frenar sus aspiraciones profesionales. Entonces, pese al dolor que sentía, dejó a sus dos hijos durante casi dos años.

Aunque sus padres y su esposo la apoyaron para que ingresara a Harvard, algunas amigas le insinuaron que si se iba, acabaría con su matrimonio. “Vivimos en una sociedad que lo primero que te recrimina cuando quieres salir adelante, sobre todo las mujeres, es que no debes dejar a tu marido solo”. Meses después, cuando realizaba su proyecto de grado, se divorció de su esposo porque él tenía una relación con otra persona.

Hoy, recuerda ese momento solo para alentar a otras mujeres que idealizan el papel de esposa y de madre. Mujeres que esconden sus más profundos sueños por cumplir con ese papel. “Espero que con mi caso, la gente que viene atrás no les dé miedo romper paradigmas, porque para eso estamos”.

¿Por qué nos debería sorprender?

Algunos dirán que no debería sorprendernos que un colombiano ingrese a una de las mejores universidades del mundo. Sin embargo, Gloria cree lo contrario. El primer día de clases, sus compañeros le preguntaron: ¿Cómo llegó una chocoana a Harvard?

“El hecho de que yo sea en este momento la única chocoana graduada de Harvard, tiene que decirnos algo. Nosotros tenemos en el país un racismo estructural e institucionalizado, y eso hace que las oportunidades se concentren en el centro y no en regiones como el Pacífico. Los jóvenes negros estamos encasillados en un estereotipo que nos marca en cada paso que damos, entonces ver a una mujer negra, joven, con dos hijos en un espacio en el que no se espera, aún sorprende”, explica.

El día de la graduación también la acompañaron su mamá, su papá y sus hermanos.

Hoy, más que liderar una campaña en contra del racismo, su sueño es ayudar a construir una política pública de salud en Colombia. “Porque tenemos un sistema de salud que está centralizado, las decisiones no se toman en las regiones, se toman desde Bogotá. Entonces, si quiero mejorar las condiciones en las que son atendidos los pacientes en el Pacífico, debo empezar en donde se formulan las leyes, en donde inicia la burocracia.”, concluye.

 

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