Fuente: El Peruano
Por: José Vadillo Vila
Con muchas festividades y celebraciones canceladas en todo el país; sin fecha para el retorno de prácticas culturales tradicionales de carácter comunitario, como las danzas o las tropas de sicuris, la llegada de la pandemia del covid-19 tiene un impacto en el corto, mediano y largo plazo, en la actividad de los folcloristas.
De acuerdo con los especialistas, todas las personas involucradas en la producción de las prácticas folclóricas de música y danza tendrán este 2020 una afectación muy dramática y se requerirá de la organización, de una planificación para el mediano plazo y adaptarse a nuevas formas de práctica y consumo del patrimonio cultural vivo, debido al distanciamiento social, que modificará los patrones de socialización preexistentes, y pasar de colectivos a individualistas.
July Sánchez Fuentes, directora de Difusión de la Escuela Nacional Superior de Folklore José María Arguedas (Ensfjma), es escéptica en que tengamos un escenario de recuperación rápida en el Perú poscrisis. “Tardará mucho para volver a la normalidad, aparte de que será una diferente”.
Bono para los artistas
Por ello, opina que, como medida coyuntural, el Gobierno debe dar ayuda social humanitaria “a los artistas comprometidos con las prácticas folclóricas, que trabajan a tiempo parcial o tienen contratos precarios”. Ellos deberían de ser incluidos entre los beneficiarios del bono familiar universal de 760 soles.
Esta “ayuda de sobrevivencia” debe incluir a folcloristas de áreas urbanas, rurales, pueblos indígenas y minorías étnicas como los afroperuanos. Recuerda que este último grupo humano no ha sido visibilizado y tiene muchos creadores de la tercera edad.
Para este fin, el Ministerio de Cultura puede utilizar los resultados de las encuestas que en estas semanas han realizado los colectivos de artistas, y la propia Ensfjma también puede colaborar en identificar a los folcloristas que más apremios económicos tienen.
Sánchez dice que el Estado, a partir de los gobiernos locales y regionales, debería crear sistemas de protección para los artistas, con mecanismos como los proyectos subvencionados, mediante fondos públicos, y así reforzar las identidades locales.
También, desde el lado gubernamental, opina que los medios de comunicación del Estado deben pagar a los artistas folcloristas de música y danza por la participación y la reproducción de su repertorio, tanto en TV y radio como en los nuevos formatos digitales y las redes sociales; además, el Estado debe hacer que se respeten a cabalidad los derechos de autor.
Falta de organización
Otra medida a corto plazo, ya desde el lado de los propios folcloristas, es la organización de un colectivo que sea representativo de la diversidad artística nacional, de zonas urbanas y rurales, de capitales, provincias y pueblos, y tenga una postura consensuada para reivindicar el arte y la cultura como derecho dentro de las políticas públicas.
July Sánchez considera que, en un mediano plazo, el Estado puede vincular a los artistas en “la cadena de soluciones colectivas”, por ejemplo, vinculando las prácticas folclóricas para la difusión de contenidos médicos y educativos. “La cultura puede servir como un recurso terapéutico para que los niños procesen esta crisis sanitaria”.
Finalmente, llamó a los investigadores del folclor peruano a documentar ya la experiencia de salvaguarda del patrimonio cultural vivo durante esta cuarentena nacional, compartirla y promover sus aprendizajes.
Plataformas y largo plazo
Por su parte, Carlos Sánchez Huaringa, director del Centro Universitario de Folklore de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, dice que lo primero que se debe evaluar es cómo ha sido la respuesta inmediata de las entidades relacionadas con el folclor en el uso de las plataformas digitales y, a partir de ahí, continuar con la promoción de estas herramientas virtuales, que, considera, son el único camino que la coyuntura permiten a las instituciones del folclor.
El especialista sanmarquino ve que en el largo plazo tendrá un gran impacto la actual pandemia del covid-19 en las costumbres de los pueblos. “Se transformarán muchas costumbres y tradiciones, se tratarán de acondicionar culturalmente a los nuevos requerimientos y significará una tragedia también económica, ¿cuántas fiestas no se podrán llevar a cabo?”.
Informalidad
Volviendo al corto plazo, Sánchez Huaringa opina que, si a los cultores del folclor les ha afectado sobremanera el aislamiento social obligatorio actual y el incierto panorama de los próximos meses, una de las razones es la informalidad, que está empujando a algunos profesores desempleados intentar que vuelvan a sus lugares de origen.
“Muchos profesores de danzas folclóricas han perdido drásticamente sus ingresos porque muchas veces nos hemos adecuado a vivir del momento, no nos hemos preocupado en mejorar nuestra capacitación y proyectos al futuro. Espero que esa crisis de no vivir del trabajo inmediato nos sirva para darle más valor al “cartón” [los grados académicos], y tener más herramienta frente a la crisis”, dice.
Es un punto de vista del cual discrepa Daniel Díaz Benavides, miembro del Consejo Internacional de la Danza de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Comenta que hoy la mirada académica ha cambiado. Las universidades reconocen que en la sociedad se están produciendo conocimientos y estéticas, y que lo informal “es un cúmulo extraordinario de conocimientos, intrínsecos en la música, la danza. Las estéticas de todo tipo de folclor nutrirán [a la academia] de muchísimos conocimientos”.
Díaz Benavides explica que la Unesco esta promoviendo la “educación alternativa” y los folcloristas ligados con las danzas deben propiciar alternativas. Un buen ejemplo de relación directa profesor-alumno lo está dando la marinera norteña, que puede fácilmente reubicarse en el nuevo panorama virtual. El reto está en las prácticas dancísticas más colectivas, que necesitan convocatorias, que en plena pandemia del coronavirus son actividades prohibidas.
“No se podría establecer un aula, donde se podría hacer una coreografía, sería imposible por las restricciones en las que estamos inmersos”, recordó.
Si bien hay una ausencia del Estado y los actores culturales deben fomentar las organizaciones de folclor que realmente funcionen, Díaz Benavides explicó que saber negociar con el Estado es vital.
Aporte invisibilizado
Recordó que el Estado recibe como un dinero limpio que ingresa al producto bruto interno, aquellas prácticas folclóricas que existen en el plano externo e interno del país.
En el plano exterior, los agregados culturales de las embajadas del Perú en el mundo reportan las actividades desarrolladas por colectivos de personas o grupos de migrantes, de música y danza, justificando la presencia de tal funcionario cuando toda la inversión en vestuario, instrumentos, logística es generada por los colectivos, porque en el extranjero hay una sed por conocer las manifestaciones culturales del Perú en música, danza, comida y artesanía.
A escala local, la gran inversión que se hacen en las fiestas de los pueblos para las festividades, que duran en promedio ocho días, es un aporte de las economías domésticas de las comunidades. Estos productos culturales son consumidos no solo por los locales, sino también son espectáculos que atraen a turistas internos y extranjeros. Es parte del aporte invisible de todas las personas involucradas en el folclor.
Sobre la investigación de campo, opinó que el panorama atípico que nos presenta la cuarentena nacional por el coronavirus obliga a que los investigadores reformulen las metodologías clásicas para ver a quienes realizan prácticas folclóricas, de música y danza, como actores sociales.
Los tres especialistas participaron del conversatorio online “El coronavirus y las prácticas folklóricas: Impacto, planificación y escenarios para la poscrisis”, realizado el lunes 27 con la convocatoria de la Ensfjma.