Custodios del Yurumanguí

Custodios del Yurumanguí

En San Antonio de Yurumanguí casi todo viene de la espesa selva que los rodea: las casas, las mesas, las camas y sus embarcaciones de madera; la plantas para curar el mal de ojo o los parásitos; la papa china que siempre está en el plato y la caña con la que fabrican el viche, su licor tradicional; de los troncos rollizos salen sus instrumentos, la marimba, las tamboras y el wasá. Después del colegio, la ebanistería comunitaria es la casa más grande del pueblo.
“La encomienda de mi abuelo eran sólo tres cosas: sal, petróleo y tabaco. Todo el resto estaba aquí”, cuenta Graciano Caicedo, representante del Consejo Comunitario del río Yurumanguí, un territorio colectivo de negros que habitan este río, a unos 60 kilómetros de Buenaventura, el principal puerto de Colombia sobre el Pacífico.

El río Yurumanguí puede ser una de las últimas cuencas conservadas de este litoral colombiano. El 98% de las 65 mil hectáreas de la cuenca están cubiertas de bosque y mangle, según un estudio reciente de la Universidad del Tolima. “Sí, quizás sea cierto que no queda otro río como este”, dijo Mauricio Salazar, ingeniero forestal de Fondo Acción, una ONG que trabaja en el Pacífico, después de repasar mentalmente los otros ríos en los que ha trabajado desde hace 10 años, desde Nariño hasta Chocó.

“Tenemos una organización de 50 líderes a lo largo del río dedicados a la conservación del río”, explicó Arbey Díaz, secretario general de la Asociación Popular de Negros Unidos del río Yurumangui, Aponury. “La gente de Yurumanguí, aunque ha vivido de la minería artesanal y la madera, tiene una conciencia ambiental y de respeto por el territorio”.

Los invitamos a seguir leyendo el reportaje realizado por Revista Semana…

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