#DíaDeLaLenguaMaterna: Cuando desaparece una lengua nativa muere algo de nuestra humanidad

#DíaDeLaLenguaMaterna: Cuando desaparece una lengua nativa muere algo de nuestra humanidad

Mark Turin, antropólogo y lingüista de la Universidad de Yale, ha dicho en varios discursos “gastamos enormes cantidades de dinero en proteger especies y la biodiversidad, ¿por qué la única cosa que nos hace singularmente humanos no debe ser nutrida y protegida de manera similar?”.

David Harrison, presidente del departamento de lingüística de Swarthmore College y cofundador de la ONG Instituto de lenguas vivas para lenguas amenazadas, también dice en su libro ‘Cuando mueren las lenguas’ (2016), que “la extinción de una lengua significa la erosión o extinción de ideas, formas de conocimiento, y maneras de referirse al mundo y a la experiencia humana”.

“Ninguna cultura – agrega Harrison- tiene el monopolio del genio humano y nunca se sabe de dónde puede salir la próxima idea brillante (…) Perdemos conocimiento antiguo si perdemos idiomas”.

El lingüista Ken Hale, quien hasta su muerte en el 2001 trabajó con lenguas amenazadas dijo a un periodista “Cuando se pierde una lengua, se pierde una cultura, un patrimonio intelectual, una obra de arte. Es como arrojar una bomba sobre un museo, sobre el Louvre”.

El problema es que los pueblos dejan su lengua materna para poder hacer parte de los sistemas políticos, sociales y económicos dominantes. De esta forma, de los 6000 idiomas solo 12 prevalecen: mandarín, con 873 millones de hablantes nativos; hindi, con 570 millones; español, con 330 millones; inglés, con 328 millones, árabe, con 232 millones; portugués, con 220; bengalí con 203, ruso, con 145; japonés con 126 y punyabí con 109 millones.

Carmen Millán de Benavides, directora del Caro y Cuervo, dice que con la desaparición de las lenguas nativas también desaparece un conocimiento ancestral valioso, una cosmovisión, una forma de ver el mundo y de aprehenderlo. Sin embargo, tiene confianza en que las políticas culturales pueden ayudar a mantener o revitalizar las lenguas maternas.

Una de las estrategias que han adoptado varios países para preservar las lenguas nativas es registrar esas lenguas, las historias y hacer diccionarios y descripciones de los pueblos que los hablaban, aunque este ejercicio solo sea un reflejo borroso de lo que representa toda una cultura.

“La Ilíada era una historia oral, antes de que fuera escrita, al igual que La Odisea. ¿Cuántas tradiciones más están ahí fuera en el mundo que nunca conoceremos porque nadie las registró antes de que desapareciera la lengua?”, dice Peter Austin, profesor de lingüística de campo de la Universidad de Londres.

Otro de los avances importantes es que en varias universidades se enseñan estas lenguas y los mismos profesores que instruyen son personas que pertenecen a comunidades indígenas. En Colombia, un país en el que hay 68 lenguas nativas, también se ha empezado a trabajar con el sistema educativo para que se reconozca cuántos hablantes hay, cómo es la cultura, qué saberes hay, cuáles son los pueblos indígenas en cada territorio.

En Medellín existe un programa dirigido por Abadio Green llamado ‘los doctores de la madre tierra’. Con este curso las personas no hacen un doctorado con las materias de las universidades tradicionales, sino que tienen un pensum propio de saberes ancestrales y que son importantes para ser doctor de la madre tierra.

Además, se ha empezado a trabajar por recuperar lenguas que se han perdido. Un caso de éxito ha sido la recuperación del muisca en Bogotá. Ya hay una comunidad que a través de los registros ha empezado a comunicarse en este idioma.

En el marco de la celebración del día de las Lenguas Nativas que se realizaba en el Instituto Caro y Cuervo, Marcos Yule Yatacue, líder de la comunidad Nasa dijo que todavía falta mucho por hacer: “Sí se ha avanzado y se han hecho algunos esfuerzos, pero solo nos dan unas pocas horas a la semana para enseñar nuestra lengua, y la enseñanza de ésta no consiste en saber traducir del español al nasayuwe. Nosotros tenemos otras competencias distintas a las de la ciudad. La lengua debe sentirse, va en el alma. La lengua de nosotros está tejida con el territorio, con la espiritualidad, con la forma de ver el cuerpo, con los rezos a nuestros dioses”.

Para Carmen Vitonas, líder también de la comunidad Nasa, el sistema educativo tradicional todavía representa muchos choques con las comunidades indígenas, porque “cuando alguien de mi comunidad quiere estudiar todas las materias están en español”. Pero además el traslado de ciudad representa otros retos que los desencaja de sus contextos. “Yo veo que todo es tan distinto con el simple hecho de que en la ciudad se necesitan monedas para transportarse, monedas para hablar por el celular, monedas para comer, monedas para todo. Nosotros no funcionamos así y el lenguaje refleja también nuestra forma de ser”, dice ella.

El reto conjunto con la preservación de estas lenguas está ligado con el acceso a educación, a salud de las comunidades, también con la inclusión para que puedan ejercer sus derechos e involucrarse con la vida política del país para defender sus intereses, y sin tener que renunciar a lo que son.

El mayor avance según Jesús Mario Girón, investigador del Tecnológico de Antioquia es que los etnoeducadores han entendido que es necesario trabajar con la comunidad y no por la comunidad. Además, el conocimiento ancestral ha empezado a ser respetado y valorado. Así mismo, el hecho de que ya existan educadores dedicados a salvaguardar este patrimonio inmaterial de la humanidad, y a comunicarlo a los niños es un salto agigantado. Con todo, reconoce que la preservación de estas lenguas es una tarea que está a medio camino y que tiene en el tiempo en su contra.

Fuente: Revista Semana

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