Fuente: El Tiempo
“Para el ojo, para curar de espanto, para atender a las mujeres embarazadas (en forma de toma seca), para ayudar a combatir algunas enfermedades o para tenerlas detenidas mientras se llega a un centro médico en esas lejuras del Pacífico…”.
Para eso y mucho más sirve el viche (que también es una bebida fiestera), cuenta la partera Rosmilda Quiñones, de la Asociación de Partera Unidas del Pacífico Colombiano (Asoparupa).
Da su testimonio porque, afirma, “partera del Pacífico que se respete trabaja con viche” y porque llegó la hora de buscar la salvaguarda de esta bebida ancestral que ha hecho parte de la cultura de la región desde hace varios siglos.
La maestra Quiñones estuvo en Bogotá la semana pasada, acompañada de Ana Copete, directora del Centro de Desarrollo Empresarial de la Fundación Sociedad Portuaria y nieta del reconocido compositor Petronio Álvarez, y de Andrés Ramírez, gerente de la Fundación Sociedad Portuaria de Buenaventura.
El viaje se dio con el fin de hacer un recorrido por diferentes entidades que trabajan el tema del patrimonio, como los ministerios de Cultura e Industria y Comercio y Artesanías de Colombia, así como entidades que colaboran en estos temas, como la Cooperación Suiza.
Buscaban apoyo porque hace unos meses, dos personas, una de ellas de Cali y la otra, un comerciante de origen extranjero, inscribieron la marca del viche ante la Superintendencia de Industria y Comercio.
El revuelo entre las comunidades de la zona fue tal, que llevó a que varias organizaciones que defienden la bebida alertaran y se iniciara el proceso de apertura de cancelación de la marca. En este caso, quienes hicieron el registro tienen 60 días (que están en curso) para defenderse.
Además, se realizó el encuentro Destila Patrimonio, que reunió a varias organizaciones y entidades de la región el 10 y 11 de mayo pasado para escribir en Buenaventura el ‘Manifiesto de protección y conservación de la destilación del viche como práctica ancestral’.
En esta reunión, los actores de la cadena del valor del viche, “sacadores de viche, consejos comunitarios, emprendedores, sabedores y parteras manifiestan la importancia del reconocimiento y la formalización de la destilación del viche como práctica ancestral y tradicional de los pueblos del Pacífico colombiano”. En el encuentro también participó la Universidad del Pacífico.
El documento agrega que esta bebida “es inherente a las prácticas cotidianas de las comunidades, comenzando por la destilación, pasando por el proceso de transformación en derivados y su comercialización. Este ha sido un medio de sustento de las familias costeras, ribereñas y urbanas, y fue en el pasado moneda de cambio, donde se podía pagar trabajo con viche”.
La bebida, enseña el documento, “hace parte de los nacimientos, el chigualo (velación de un menor de 7 años) y actividades como la minga y la mano cambiada (práctica que se mantiene en las actividades productivas, las relaciones familiares, el convite y velorios)”.
Esta bebida es inherente a las prácticas cotidianas de las comunidades, comenzando por la destilación, pasando por el proceso de transformación en derivados y su comercialización
Adicionalmente, se especifica que “no solo es licor de los festejos, hace parte de la medicina tradicional. Se utiliza la botella curada para tratar la mordedura de culebra, para parir o cerrar el cuerpo, así como la tomaseca, un derivado que se usa para calmar los cólicos menstruales o tratar la matriz de las enfermedades producto del parto”.
Avanzando en su proceso, las entidades de base del Pacífico aseguran que no dejarán perder su patrimonio en manos extrañas. “Siempre ha sido perseguido, aunque sea la bebida oficial del Festival Petronio Álvarez y haya libertad de venta en esos días, muchas veces lo confiscan en la carretera de Buenaventura a Cali”, dice Quiñones, quien lleva 30 años como partera y participó en la designación patrimonial de esta práctica.
Quienes escribieron Destila Patrimonio saben, además, que deben hacer el camino administrativo para que la bebida sea reconocida. Y lo harán. Por ahora, lo más importante es ratificar que esta es una bebida patrimonial que se respeta.
La historia de esta bebida
Según algunos documentos, el nombre de viche viene de las lenguas bantúes africanas, que llamaban bichi o bichí a esta bebida, que significa verde o crudo.
Se conoce y se usa en todos los departamentos del Pacífico. “Se prepara con caña que luego se traslada a la molienda, y posteriormente se pasa a ollas de barro, tanques de madera o de plástico para el añejamiento. Por último, pasando por la destilación en los montes de las casas, se envasa”, dice el documento, que agrega que “así como la flor de viche es el primer fruto del destilado de caña, este manifiesto reivindica el viche para sus herederos”.