Fuente: El Tiempo
Ser una persona negra reduce las posibilidades de conseguir un empleo en Bogotá. Así tenga experiencia, para un afrodescendiente es casi un milagro conseguir trabajo en la capital.
Esa es una de las principales conclusiones de un estudio del Observatorio de Discriminación Racial de la Universidad de los Andes y la organización De justicia, que evidenció la resistencia de algunos empresarios de la ciudad para vincular afros a sus compañías.
La investigación buscaba determinar qué tan difícil es para esta población acceder al mercado laboral en Bogotá, donde esta comunidad representa el 10,6 por ciento de la población, según proyecciones del censo del 2005. Hoy día podrían ser más.
Para realizar el estudio, los investigadores enviaron 16 hojas de vida ficticias, todas con foto, a 854 ofertas laborales en diferentes áreas y para distintas clases de empleo. De los 16 supuestos aspirantes 4 eran blancos, 4 mestizos, 4 indígenas y 4 afros. De este último grupo, de dos se dijo que tenían experiencia en el empleo que estaban solicitando y de los otros dos se dijo que no contaban con ella.
De las 125 respuestas recibidas solo 20 –el 16 por ciento– fueron para afros. En contraposición, 44 fueron para blancos, 31 para mestizos y 30 para indígenas.
El valor de la experiencia no fue tenido en cuenta por los empleadores para aprobar o no el avance en el proceso de contratación de los 16 aspirantes.
El estudio fue coordinado por César Rodríguez Garavito, director del Observatorio de Discriminación Racial de la Universidad de los Andes, y Juan Camilo Cárdenas, académico del mismo centro docente. Según Rodríguez, la exploración demostró que “hay discriminación en el mercado laboral de Bogotá”.
En la realización del muestreo se verificó que para acceder al empleo no se requirieran estudios profesionales ni tecnológicos. Una justificación para ello es que, de acuerdo con el estudio, “los niveles de educación y de disfrute de buena salud entre la población afro son sustancialmente menores que entre los blanco o mestizos”.
Aunque no se logró determinar el tamaño de las empresas a las cuales se enviaron hojas de vida, sí se identificó que en términos generales eran empresas familiares. Estos negocios eran droguerías, talleres, tiendas de ropa en centros comerciales o avenidas, restaurantes y salones de belleza de barrio.
“La excepción eran algunas empresas de confección o soldadura y call centers, que eran los únicos que tenían como contacto específico al área de recursos humanos y, por tanto, un proceso de entrevista y contratación más tecnificado”, reza la investigación.
El 14,6 por ciento de hojas de vida enviadas a las ofertas de empleo recibieron respuesta y el miembro del equipo investigador que recibía cada llamada agradecía el contacto e informaba que la persona ya había conseguido empleo, para dar por terminado así el proceso.
Para Luis Ernesto Olave, director de la Fundación Afroamigos, la falta de oportunidades para los afros está generando pobreza en el país.