Fuente: Jerez y Sandoval
Desde hace tres años, las mujeres de la Fundación Chiyangua, en Guapi (Cauca), se juntan para construir mano a mano un futuro mejor en el que se reivindique y se valore el papel que desempeña la mujer en la sociedad y en el que se aprecie lo propio, lo tradicional, las raíces. La primera historia del especial: 10 iniciativas que transforman vidas, con el que celebramos una década de existencia.
Hace 26 años, en 1994, Teófila Betancurth creó la fundación Chiyangua para mejorar la calidad de vida de las mujeres de la costa pacífica caucana y de sus familias. Su experiencia con la discriminación y la violencia la llevaron a pensar que varias mujeres juntas podrían cambiar su historia; demostrar que la mujer rural afrodescendiente es dueña de su destino y sabedora de muchos conocimientos que mantienen viva la tradición.“Soy una mujer ciento por ciento rural, afrodescendiente. Uno de los motivos que me llevó a crear la fundación fue poder trabajar en todo el proceso de reivindicación étnica y de género de la mujer afrodescendiente en cuanto al conocimiento y visibilización del rol que ella desempeña dentro de las comunidades como productora, transmisora, lideresa natural”, cuenta.
ONU Mujeres confirma que aunque la mujer cumple un papel vital en la sociedad y su participación en todos los ámbitos de la cotidianidad es un derecho fundamental, en la actualidad aún constituye una población “subrepresentada”. Esto se ve especialmente en la representación de la mujer rural y la mujer afrodescendiente, sobre la cual existe un marcado desconocimiento de todo lo que es capaz de hacer y todo lo que tiene para aportar, ya sea en la planeación, la toma de decisiones, la política y otros ámbitos sociales.
En Colombia, el Cauca ha sido uno de los territorios más golpeados por la violencia. Según cifras de la Unidad de Víctimas, en octubre de 2019 se registraron 257.234 víctimas del conflicto armado y de estas, 21.536 fueron víctimas de desaparición forzada y homicidio.
Adicional a esto, el Cauca es el departamento con más líderes y defensores asesinados en el país, y con el historial de desigualdad de género, una lideresa como Teófila ha tenido que sobrepasar más de un obstáculo para que el propósito de la fundación se siga cumpliendo y fortaleciendo.
Recuperando la tradición
En el proceso de apoyar a esta red de mujeres de la fundación y de recuperar sus tradiciones, surgió la idea de montar el restaurante como apuesta para recuperar la cocina tradicional de la región. Algunas de las ONG que las han apoyado son la Fundación ACUA (Activos Culturales Afro), ONU Mujeres y ACNUR que ha sido un aliado para dar visibilidad y velar por sus derechos.
Con esto en mente, en 1999 se empezó a formar el Restaurante Raíces de Tierra y Mar. Lo primero que hicieron las integrantes de Chiyangua fue una investigación de los recursos y alimentos originarios de la región y un proceso de recuperación de las recetas de su patrimonio cultural.
Por el camino se dieron cuenta de que muchos de los ingredientes con los que preparan los platos tradicionales se estaban perdiendo y se pusieron en la labor de sembrar sus propias especias y otros productos en huertas improvisadas en sus azoteas. Tarea que no ha sido fácil, pero que genera un gran aporte a la sostenibilidad. “Esos productos que recuperamos y posicionamos de nuevo fueron las plantas para condimentar, pero también sembramos plantas medicinales que aportan para la curandería, la sobandería y la partería, muy tradicionales acá”, explica Teófila.
Después, se pusieron en la misión de identificar a las personas que agregarían esa chispa de sabiduría a las recetas: las sabedoras tradicionales. Recorrieron diferentes lugares de la región y crearon espacios municipales y locales de socialización como encuentros culturales, en los que compartieron las recetas que recuperaron y las elaboraron con los productos locales de la mano de quienes asistían. De esa manera intercambiaron sus descubrimientos y le mostraron a la gente la virtud de comer como lo hacían sus antepasados.
“Tuvimos algo muy importante ahí también y fue que identificamos muchas sabedoras y sabedores tradicionales alrededor de esta práctica porque alrededor de la cocina convergen todas las prácticas productivas y tradicionales nuestras. Converge la cacería, la pesca, la recolección, la agricultura, hasta la medicina tradicional. La mujer construye sus cantos en la cocina, sus arrullos, sus alabados, sus coplas, sus versos, entonces la cocina tradicional es una de las prácticas que nos da elementos para el fortalecimiento de nuestra identidad étnica y afrodescendiente”, agrega Teófila con voz emocionada.En el 2001 fueron por primera vez al Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez y allí fue donde empezaron a posicionar sus recetas y a ganar reconocimiento. Luego de eso, llevaron sus platos a otros lugares como Pereira e incluso a Bogotá. Para la fundación, el restaurante Raíces de Tierra y Mar se convirtió en su principal fuente de sustento y después de muchos años de investigación y recuperación de saberes, abrió la sede física principal del restaurante en Guapi, Cauca.
“Generábamos unos recursos a partir de vender el servicio de alimentación tradicional y preparada con productos locales. Los productos se les compraban a los mismos grupos de mujeres y las personas que preparaban son las sabedoras tradicionales de las comunidades. Así estuvimos un buen tiempo hasta que hace tres años (2017) presentamos un proyecto como red de mujeres para el fortalecimiento de la iniciativa productiva, precisamente el restaurante, y entonces fuimos a darle una estructuración física al restaurante. Compramos algunos elementos, arrendamos un local y montamos el restaurante en Guapi y Timbiquí con las mujeres de allá”, relata la fundadora del restaurante.
Entre las investigaciones que hicieron se encontraron con la papa-china, un tubérculo que crece en el pacífico colombiano y que tradicionalmente se come con pescado. Las mujeres de la fundación decidieron deshidratarla y la transformaron en harina para crear 22 recetas nuevas como jugo y postre de papa china y el quebrada de papa-china con pescado seco, con esto lograron que la gente de la comunidad pudiera disfrutar de otros sabores y acompañarlos de los productos locales. Pero la papa-china no es el único producto que preparan, algunos de sus platos estrella son el encocado de camarón, la Piangua y el aborrajado de maíz añejo con camarón, platos tradicionales que ninguna persona se puede perder cuando visita la región.
Los colores, olores, sabores únicos y el cariño que le ponen estas mujeres a cada una de las recetas que preparan han sido el gran atractivo de este restaurante que ha tenido mucha acogida, sobre todo por parte de los extranjeros y de todos aquellos que van de paso por Guapi. Algo digno de reconocer, teniendo en cuenta que según la Global Entrepreneurship Association, en el informe GEM 2018, en Colombia por cada 10 hombres existen 7,2 mujeres emprendedoras, pero aún así, la Organización Mundial del Trabajo (OIT) advierte que la mujer latinoamericana gana un 17% menos en salario que un hombre.
La pandemia las frenó
Aunque el Restaurante Raíces de Tierra y Mar fue un éxito desde que se abrió la sede física, la llegada de la pandemia que frenó el turismo y obligó a todos a quedarse en casa, dejó congelados muchos de los sueños y metas que se tenían en la fundación.
Uno de los anhelos más grandes de estas mujeres es construir su propio local en el que puedan vender sus platos y compartir sus saberes tradicionales a través de una tienda en la que las personas adquieran los productos que utilizan para hacer sus recetas. Teófila dice que se han podido sostener en lo que va del 2020 gracias a las ganancias y los ahorros que obtuvieron en 2019, pero si la situación no cambia se verán obligadas a cerrar su negocio. El arriendo que tienen que pagar por el local es muy caro y no están vendiendo lo suficiente para sostenerse.
“Las personas están defendiéndose con lo que tienen. Gente de fuera no está llegando y para poder abrir una línea hacia fuera no tenemos vuelo, no tenemos éxito, ni recursos suficientes. Lo que nos ha permitido estar aquí es que el año pasado estuvimos bien, entonces todavía estamos medio sostenidas. Venimos, abrimos, pero solo vendemos tres o cuatro comidas al día”, añade.
A futuro su meta principal es construir una sede propia, seguirse posicionando como un proyecto socio-organizativo y continuar con el trabajo de incidencia para ejecutar lo establecido en el Plan de Desarrollo de Cauca para el componente mujer. “Si tuviéramos las ventas igual como el año pasado y siguiéramos haciendo nuestro ahorro como lo estábamos haciendo podríamos comprar nuestro terreno y construir nuestra sede propia. En esa sede podríamos poner además de restaurante una tienda con productos del Pacífico. Podríamos crear una tienda virtual y que la gente nos siga, porque las compañeras que vendían los productos en otros lugares también están mal porque como nadie les compra afuera, entonces también podríamos fortalecer la comercialización de ellas”, sueña Teófila.
Es evidente que esta crisis sanitaria no ha sido para nada fácil, y mucho menos para las mujeres del Restaurante Raíces de Tierra y Mar que llevan más de dos décadas luchando para que su voz sea escuchada y sus tradiciones recordadas. No solo necesitan apoyo económico, también requieren ideas o estrategias para innovar su negocio, llevarlo a la venta virtual y lograr sobrevivir. Si desea apoyar o conoce a alguien que pueda hacerlo, comuníquese con comunicacion@fundacionchiyangua.org o al número 3217744864.
Más información:
https://www.fundacionchiyangua.org
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