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La Tierra de la Abundancia



                  El árbol de Agua Grande 2
                  -Relato de Wilson Ramos

               Esta  es la historia  del principio  del mundo, cuando la  creación estaba
               incompleta, cuando no había agua, ni luz, ni hombre para que al menos
               cuidara de las cosas del mundo. Solo estaban la tierra, el cielo, algunos
               animales y frutas por conocer. Era una confusión, la oscuridad sobre la
               Tierra dependía de un árbol inmenso que la cubría.

               Así fue que llegó el momento en que Yoí, el primer padre existente en la
               Tierra, reflexionara para dar y poner fin a las cosas. De esta manera habló a
               su hermano Ipí, pero éste era muy pícaro y todo lo que su hermano mayor
               decía, lo contradecía a pesar de que fuera su única compañía en la Tierra.

               El cielo estaba cubierto de oscuridad.  Yoí llamó a su hermano  y dijo
               “Vamos a coger todas las frutas existentes en la Tierra y llamamos a los
               animales existentes para convocarles que  vamos a tumbar este árbol
               inmenso llamado ‘Lupuna’. Entonces todos los animales existentes sobre la
               Tierra comenzaron a picar, morder y raspar el árbol. Toda una multitud de
               animales que ya existían en la Tierra estaban a punto de tumbar el árbol.
               Sin embargo, Yoí e Ipí se sorprendieron  porque aún no lo conseguían.
               Entonces Yoí mandó a llamar a las dos especies de ardillas que existían
               en el mundo. Mandó subir a la ardilla golosa hasta el final del árbol para
               ver por qué no quería caer. La pequeña ardilla no consiguió llegar hasta la
               cima del árbol, solo pudo llegar hasta la mitad.

               Entonces Yoí mandó subir a la otra especie de ardilla, que era la ardilla
               trepadora. Esta ardilla sí pudo trepar hasta la cepa del árbol y descubrió
               la razón de la sorpresa de Yoí e Ipí. Bajó enseguida y le dijo a Yoí que era
               un mico perezoso que con las manos tenía agarrado el cielo y con los pies
               tenía agarrada la copa del árbol y era por eso que no quería caer.
               Yoí mandó nuevamente a la ardilla trepadora a la cima del árbol con ají
               para echarle al mico perezoso. Ella llegó hasta la cepa del árbol, le echó el
               ají en la boca al mico perezoso pero no le hizo nada. La ardilla volvió a bajar
               y dijo que el ají no le hacía nada al mico. Entonces volvió a subir con unas
               hormigas pequeñas que en la zona se conocen como twnw, cuya picadura
               es muy fuerte. La ardilla llegó y esparció las hormigas en el cuerpo del
               mico. El dolor de las picaduras de las hormigas hizo que el mico perezoso
               fuera soltando el árbol que sostenía hasta que al fin lo hizo.

               Este árbol cayó sobre el mundo formando relámpagos, truenos y haciendo
               brotar aguas. Un inmenso caudal se formó del tronco dando origen al río
               Amazonas y de las ramas se fueron formando las lagunas y afluentes.

               Fue tanta la alegría de Yoí que se metió al agua y a medida que las gotas lo
               salpicaban fue convirtiéndose en una multitud de peces que llenaron los
               ríos. Entonces Ipí notó su soledad y vio que sobre el agua flotaba el corazón
               del árbol. Por curiosidad lo cogió, lo plantó y lo cuidó con mucho cariño,
               estando siempre pendiente de él. Después de algún tiempo se lo comió y

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