Indignación en la Universidad del Cauca por grafitis racistas

Indignación en la Universidad del Cauca por grafitis racistas

El Censo Nacional de Población y Vivienda 2018 del Departamento Nacional de Estadística (Dane) indica que 2,98 millones de personas en Colombia se identifican como población negra, afrocolombiana, raizal o palenquera. Esa medición también afirma que Cauca es el quinto departamento con más habitantes pertenecientes a ese grupo étnico (245.362 personas), luego del Valle del Cauca (647.526), Chocó (337.696), Bolívar (319.396) y Antioquia (312.112).

Sin embargo, en los últimos días se han registrado actos de racismo que causan conmoción y rechazo en Popayán, capital del departamento que, por primera vez en su historia, eligió para el periodo 2020-2023 a Elías Larrahondo Carabalí como su primer gobernador afrodescendiente.

Se trata de grafitis hechos en el barrio Guillermo León Valencia, el centro comercial Plaza Colonial y en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad del Cauca. Están pintados con color negro y dicen “Kill all the niggers”(“mata a todos los negros”) o “No more niggers”(“no más negros”). 

“Estos mensajes alimentan el odio hacia las comunidades afrodescendientes que han llegado hace años a Popayán desde el Pacífico. Nos preocupa la seguridad de nuestras comunidades”, comentó Mateo Vidal, estudiante de antropología e integrante del Palenque Universitario.

Así como Mateo, son varios los estudiantes y miembros de la comunidad educativa de Unicauca los que han manifestado su inconformidad. En días pasados, los jóvenes salieron a marchar por las calles de la llamada ‘ciudad blanca’ con la consigna “de aquí no nos vamos”.

En esa manifestación, Marlon Paredes fue uno de los líderes estudiantiles que tomó la vocería para recordar los esfuerzos históricos de las comunidades negras en contra de la discriminación. 

El mensaje del estudiante fue claro: “Que no tengamos duda de que tenemos derecho a recorrer estas calles a cualquier hora del día, sin temor a que ‘mata a todos los negros’ se convierta en realidad. Tenemos derecho a dirigirnos a nuestra universidad con la ilusión de convertirnos en profesionales. Y este es solo uno de los tantos problemas con los que tenemos que lidiar, estamos cansados de que nuestras hermanas sean sexualizadas, estamos cansados de que nos llamen “negritos” o “mi negro” como si fuéramos de su propiedad”, dijo Paredes.

Por su parte, José Antonio Caicedo, coordinador de la maestría en estudios interculturales de la Universidad del Cauca, considera que el racismo debe ser entendido en los contextos local, nacional y global. De acuerdo con el docente, “son fenómenos que han venido escalando contra la población migrante y negra”, por lo que la academia tiene la responsabilidad de sensibilizar mediante sus ejercicios pedagógicos, analizando las repercusiones que tiene en la vida cotidiana y entendiendo que ser afro o indígena “reivindica nuestra identidad étnica y cultural”.

José Luis Diago Franco, rector de la Universidad del Cauca, también expresó su indignación por los mensajes en contra de las comunidades afrodescendientes. Los calificó como una “situación que preocupa por la falta de valores como la convivencia y la tolerancia que deben propender en una sociedad como la nuestra, caracterizada por la diversidad étnica y multicultural”.

En ese sentido, el rector también invitó a “reflexionar sobre las consecuencias que pueden traer estas posturas extremas, las cuales nos alejan del diálogo y la construcción de una sociedad justa y equitativa” e hizo énfasis en “el valioso aporte que los integrantes de las comunidades afrodescendientes realizan como estudiantes, como docentes, como empresarios, como artesanos, como padres de familia y líderes en la construcción de región y nación”.

Cabe recordar que el término “nigger” hace referencia a la manera en que la población blanca estadounidense llamaba a los esclavos.  Hoy en día es un insulto racista, que incluso es reemplazado con el eufemismo “the n-word” (“la palabra con n).

En Colombia, la ley 1482 de 2011 señala que, quien incurra en actos de racismo o discriminación podría recibir hasta tres años de prisión y multas de $11,7 millones. Estos actos son concebidos como aquellos que agreden a una persona por su raza, nacionalidad, sexo, orientación sexual o color de piel.

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