Fuente: El Comercio
El grito de una mujer marca el paso a una de las últimas etapas del recorrido. El grupo de estudiantes accede a una suerte de gruta donde se representan entierros en urnas funeraria y en vasijas de barro. La escena hace parte del Museo Vivo, un programa de recorridos teatralizados por la historia prehispánica del Ecuador.
El Museo de Arte Precolombino de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, núcleo del Guayas, desarrolla anualmente 40 jornadas de funciones especiales para escuelas y colegios.
La guianza teatralizada incluye el recibimiento de un chamán interpretado por el director del grupo de danza Afromestizo Candente, Jimmy Simesterra. “Los recibo con un ritual chamánico y un baile. Les doy la bienvenida a un recorrido hacia nuestra historia, nuestros orígenes y costumbres ancestrales”, comenta.
En la estación de los materiales de concha y hueso (punzones, agujas, anzuelos y espátulas), Susana Branque y Pedro González interpretan a una pareja de antiguos pobladores que discute sobre costura y artes de pesca. Los actores participan también en escenas sobre agricultura, en la coronación de un cacique y en la recreación del entierro.
“Se hizo una selección de actores con cierta correspondencia étnica, para apegarnos a unos rasgos de autenticidad histórica”, explicó el director de teatro Hugo Avilés, a cargo del guión teatral y del montaje escénico del recorrido.
El director de la Sección de Artes Escénicas de la institución indicó que el año pasado el programa llevó al museo a unos 2 000 estudiantes. Este 2019, cuando van 14 de 40 funciones, se espera alcanzar un número similar. “La idea es dinamizar y enriquecer el recorrido, plantear a los grupos estudiantiles una herramienta didáctica y lúdica para reconocer la historia prehispánica, además de poner en valor al museo y aumentar nuestras audiencias”, dijo Avilés.
El afroecuatoriano Efraín Pardo interpreta a un arqueólogo que explica la información de las cinco estaciones y les hace preguntas a los estudiantes. Y Joselyn Veloz encarna entre otros papeles a una aldeana que hace parte de un taller de fundición de metales.
Estudiantes de la Escuela de Educación Básica Stabile, del suburbio oeste de Guayaquil, visitaron el museo.
Araniz Delgado, de 13 años, celebró la idea de trasladarse a otra época como en una “máquina del tiempo” y quedó impresionado con la Sala de Oro donde se exhiben aretes, pecheras, narigueras, piercings ancestrales y máscaras de oro. “Son piezas maravillosas en este material y también sorprende que los antepasados hayan logrado elaborar estas joyas solo con su conocimiento y herramientas antiguas”, dijo Delgado, estudiante con raíces afroecuatorianas.